Tiene el tamaño de una chapa y puede integrar chips de todo tipo (temperatura, presión, humedad, brújula, NFC…). También puede disponer de conectividad móvil y bluetooth, además de un altavoz y un micrófono. Su coste estará por debajo de los 50 euros.
«Nos dimos cuenta de que los sensores para Internet de las Cosas se desarrollan para un uso concreto: localización, cambios de temperatura y humedad, movimiento… Pero normalmente por separado. Queríamos desarrollar un sensor universal para IoT (Internet de las Cosas) con todos los sensores en un espacio lo más reducido posible», explica Ángel.
El resultado es un dispositivo cuyo tamaño recuerda a una chapa -mide 3,4 centímetros de diámetro por 0,9 centímetros de grosor- al que se le pueden montar capas con sensores sin que su tamaño varíe notablemente: luz, humedad, GPS, temperatura, presión, brújula, acelerómetro, giroscopio… Por poder, es posible incorporar hasta un altavoz y un micrófono. Además, también dispondrá de un módulo que dotará al sistema de datos móviles (LTE-M y NB-IoT).
Trabajamos en una adaptación que permitirá anclarlo a una pala de pádel para saber la cantidad de horas que se ha jugado, en qué orientación, con qué intensidad… También desvelará la forma en que se ejecuta cada golpe»
Cuenta con una certificación IP67, es decir, puede sumergirse hasta un metro bajo el agua sin miedo a que se estropee. El diseño industrial ya está finalizado y la empresa trabaja ahora en el sistema de circuitos que irá dentro de la carcasa. El precio del dispositivo es otra de sus bazas.
«El equipo estará por debajo de los 50 euros, aunque trabajamos para tratar de rebajar su precio por debajo de los 40 euros», explican. El dispositivo se lanzará comercialmente antes de abril de 2018.
El modelo de negocio se centra en empresas que deseen desarrollar soluciones IoT con el sensor (B2B, Business to Business), aunque Geeksme también lo lanzará con marca propia (B2C, Business to Consumer).
Medir el golpeo en el pádel
Rodrigo y Ángel bajan al terreno el sensor, al que internamente han bautizado como MUT (Modular Universal Tracker), aunque el nombre final será otro.
«Trabajamos en una adaptación que, por ejemplo, permitirá anclarlo cómodamente a una pala de pádel. El conjunto de sensores será capaz de saber la cantidad de horas que se ha jugado, en qué orientación, con qué intensidad… También desvelará el número de pelotazos que se han dado, como reveses o drives, y la forma en que se ejecuta cada golpe», explica Ángel.
En cuanto a la duración de la pila, depende del uso que se dé a los sensores. En el caso del MUT que estamos utilizando en palas de pádel la autonomía de su pila -de botón- es de unas 70 u 80 horas, aproximadamente. Dependiendo del uso del MUT, la autonomía puede llegar a ser de hasta un año y medio.
Las aplicaciones del sensor son tantas como imaginación tenga el usuario, apostillan. «Se podría colocar en una nevera y, mediante Big Data, saber cuántas veces abrimos la puerta de la misma antes de pasar por el supermercado a comprar, por ejemplo, leche, y establecer rutinas para saber el momento en el que va siendo hora de reponer productos porque nos estamos quedando sin comida», concluye Ángel.
Fuente: Vozpopuli